Si tuviese que dar una respuesta a este interrogante con una sola palabra diría: “entendiéndolos”, pero claro, entender un conflicto pone en juego bastante más de lo que comúnmente suponemos. Generalmente agotamos nuestro entendimiento en la cara más superficial del conflicto y que coincide con las consecuencias finales del mismo y que resultan ser siempre la parte más dolorosa. Es justamente el dolor quien nos ofrece la posibilidad de comprender más profundamente las cosas.
Paradigmáticamente, al internarnos exploratoriamente en las capas más profundas del conflicto, vamos mutando dolor por comprensión. Así quitamos nuestra atención del sufrimiento que el conflicto produce, enfocándonos en comprender sus causas primeras. Ir descubriendo verdades cada vez más profundas nos pacifica porque empezamos a entender que aquello que creíamos externo a nosotros era sólo una verdad a medias. Descubrir que nosotros mismos somos actores de la situación que estuvimos viviendo es justamente muy esperanzador.
Mientras nos veíamos como víctimas inocentes, era muy poco lo que podíamos hacer y dependíamos del victimario de turno, sea este una situación o persona. En cambio, la nueva visión nos empodera, porque nos permite advertir claramente cuánto podemos hacer para cambiar nosotros mismos y cambiar entonces el cuadro de situación. Haciéndolo resolvemos conflictos y maduramos. Comenzar a transitar este nuevo camino nos permite descubrir algunas verdades: “Si yo cambio, cambia mi mundo” .
"Si quiero que el otro cambie tengo que empezar a cambiar yo"
La paz que llega después de nuestra comprensión profunda, es similar a la que sentimos al despertar de una pesadilla y entender que se trataba sólo de un sueño.
Podemos comprender ahora que si bien nuestros conflictos nos estaban ocurriendo verdaderamente, era porque estábamos “soñando” o para hablar sin analogías, digamos que era por nuestra ignorancia y dicho esto no peyorativamente. La ignorancia nos es innata y de ella emergemos, siendo a mi entender, precisamente esa la principal tarea humana.
La Carta Natal o Astral nos permite a los astrólogos comprender causas muy profundas del comportamiento humano. Toda Carta Natal "nace" con nosotros y por lo tanto es anterior a toda expresión fenomenológica, representando un plano energético absolutamente personal y único.
Es precisamente esa matriz energética completa representada en nuestra Carta, la que nuestra psique no puede aceptar por identificarse sólo con una parte de ella.
Así, decimos: yo soy esto o aquello y no soy esto otro. Al negarle absoluta identidad a algunos aspectos personales comenzamos a construir lo que antes llamamos “sueño” o dicho también de otra manera, “fantasía o ilusión” y generamos así nuestra Sombra o Zona Oscura. Se trata de la fantasía de creer que soy aquello que no soy o que solo soy en parte. Esta visión incompleta de nosotros mismos filtra la realidad y sus acontecimientos, dejando pasar solamente aquellas experiencias que “encajan” con todo aquello que creemos y que rechaza lo que también somos pero que hemos excluido de nuestra conciencia.
La Carta Natal o Carta Astral, es un instrumento que rápidamente permite conocernos verdaderamente y que puede sacar de la sombra aspectos propios poniéndolos a la luz.
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